
El sistema económico que rige en la Argentina desde 2002, con un dólar alto y una economía nacional netamente pesificada, permitió impulsar la creación y la expansión de pymes en todo en país, que inicialmente se abocaron a sustituir importaciones para luego comenzar a ganarse lugares en el mercado externo. El proceso fue tan veloz como fructífero: en poco tiempo, los emprendimientos productivos se multiplicaron hasta acaparar el comercio doméstico, un éxito que permitió luego que los flamantes empresarios comiencen a buscar en las exportaciones el soporte que garantice por mucho tiempo la viabilidad de su producción. Así, la industria argentina creció junto con la cantidad de ventas al exterior, y en pocos años el país recibió ofertas internacionales para vender sus manufacturas como pocas veces en su historia. Si bien se encuentra en el corazón de la pampa húmeda, tierra apta por excelencia para el cultivo de granos que hoy ostentan cotizaciones récord, la provincia de Buenos Aires no estuvo ni está al margen de este proceso. Por el contrario, el 70% de las exportaciones que salen del territorio bonaerense corresponden a manufacturas de origen agropecuario e industrial.
Esta coyuntura favorable obliga a un trabajo en conjunto entre funcionarios y empresarios para garantizar la permanencia de los mercados internacionales que incrementaron las importaciones de nuestros productos, como fue el caso de China e India, que le agregaron a la Argentina un importante flujo de divisas.